
Protagonizada por un impresionante Mickey Rourke, que crea un personaje perfecto (quizás reflejo de sí mismo), y la ganadora del Oscar en 1993, Marisa Tomei, la película es todo un ejercicio de sobriedad por parte de su director, que encara con mano firme los diferentes temas y ambientes que vemos durante el relato. Y en todo acierta, porque tenemos ante nosotros a un GENIO, así, con mayúsculas.
Sin embargo, es un director que no termina de acertar en la taquilla, aunque es de esperar que tarde o temprano lo consiga. Sin duda, podemos esperar más obras maestras de este neoyorquino, siempre en constante evolución.
La música es de nuevo del contundente Clint Mansell, colaborador habitual del director, que en esta ocasión cumple una función más secundaria que en anteriores películas, ya que la banda sonora incluye varios clásicos del rock que tienen una mayor importancia en la trama.

9.5/10
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