miércoles, 11 de marzo de 2009

Crítica: Gran Torino

Clint Eastwood dirige y protagoniza (quizás su última actuación) esta lección magistral de cine que ha resultado ser su mayor éxito comercial hasta la fecha (en España ha desvancado a Watchmen).

Walt Kowalski, un veterano de la guerra de Corea, es un anciano gruñón y antipático que acaba de perder a su mujer. En su solitaria estancia en un barrio repleto de extranjeros se desatan una serie de acontecimientos que harán cambiar al protagonista y a quienes le rodean.

Gran Torino no es ni una película de acción ni un drama. Es una lección sobre la vida y la muerte que, por otra parte, su extraordinario autor intenta darnos película a película (desde sin perdón a million dollar baby). Es un ejercicio de genialidad y relato clásico que resulta sorprendente para el espectador.

Clint Eastwood domina perfectamente este tipo de historias, y eso se nota durante el metraje. La película se desarrolla con lentitud pero con un gran sentido del ritmo, por lo que resulta muy entretenida.Quizás el único error achacable a esta producción (a mi parecer) es la obviedad de algunos diálogos y situaciones. Estos diálogos, en ocasiones demasiado llamativos, destacan la naturaleza de alguno de los personajes, por lo que tienen un fin claro. Sin embargo, es curioso que uno de los puntos fuertes del film sean las frases sentenciosas y sorprendentes que suelta su gran protagonista, que encantarán al público por su gran comicidad.
Este defecto no empaña el resultado final de esta cinta sobre la amistad y la tolerancia que se reveló como una de las grandes olvidadas de los Oscars (sobre todo la dirección). Un film recomendadísimo para quien busque pasar un buen (buenísimo) rato en el cine y, de paso, aprender una gran lección sobre la vida impartida por este maestro del séptimo arte. Un clásico instantáneo.
9/10

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