
Pocos directores pueden presumir de la madurez de la que hace gala Duncan Jones en su primera película (y no quiero señalar únicamente a Michael Bay, pero ya va siendo hora de reflexionar un poco hombre...). La atmósfera que es capaz de crear, unida a su madurez en las técnicas narrativas cinematográficas, nos hace creer que estamos ante un director bastante experimentado. Además, su minimalista punto de vista sobre la ciencia ficción, sin alardear de recursos técnicos (aunque consigue lucirse en algunos planos), es de agradecer.
Por su parte, Sam Rockwell, en un monólogo interpretativo, confirma con su papel protagonista su indudable talento como actor, además de su gran versatilidad (En "La Milla Verde" está sorprendente, pero siempre me viene a la mente su papel en la menospreciada "Galaxy Quest").
El actor californiano es capaz de cargar con el peso dramático de la película sin aburrir al espectador, algo complicado si tenemos en cuenta qué es prácticamente el único personaje que vemos durante la hora y media de proyección. De la participación de Kevin Spacey no puedo opinar habiéndola visto en versión doblada, pero seguro que es muy interesante.

El apartado visual también es digno de mención. La fotografía y la imaginativa dirección artística, también premiada en sitges, nos meten de lleno en una atmósfera gris (en todos sus matices) que remite directamente al satélite que da nombre al film.
En mi opinión, razones de peso para dejarse caer en el cine más cercano y darle una merecida oportunidad, aunque puede hacerse difícil encontrar una sala donde proyecten la película (y, sin embargo, nos salen Transformers por las orejas). Al frente del proyecto, un director que puede depararnos grandes sorpresas y que, de momento, nos deja esta joya que consigue combinar el tema de la soledad con unos buenos tintes de emoción y suspense, que harán disfrutar a todo espectador que consiga dejarse llevar por esta arriesgada y valiente propuesta.
4.5/5